Los bits y la computación que se conoce, hasta ahora, ha permitido digitalizar el mundo a lo largo de los últimos 60 años y aportar un continuo flujo de innovación a la sociedad.
Un mainframe de IBM, hoy en día, puede procesar más de un billón de transacciones al día; los superordenadores como el Summit de IBM son capaces de procesar más de 200 mil millones de cálculos por segundo.
Es decir, esta capacidad de proceso puede ser movilizada, por ejemplo, para intentar combatir la COVID-19, como se ha hecho con la creación del consorcio de supercomputación.
Sin embargo, Gil ha indicado que existe una serie de áreas que, por el número de variables que contienen (como la simulación de moléculas o el desarrollo de nuevos materiales), tienen una dimensión exponencial que acaba siendo inalcanzable para los sistemas tradicionales. Aquí es donde entraría en juego la computación cuántica para aportar esa potencia de cálculo exponencial.
“En un futuro, un desarrollador podrá incorporar a sus programas determinadas funcionalidades y operaciones de cálculo cuántico, que se ejecutarán en la nube y que se integrarán con fluidez en aplicaciones que aunarán proceso cuántico y proceso tradicional”.
Como tercer pilar, ha mencionado que la Inteligencia Artificial y el impulso a las redes neuronales, así como las técnicas de Aprendizaje Profundo, aporta una enorme capacidad para clasificar, analizar y extraer patrones y conocimiento de imágenes, palabras o conceptos de cualquier tipo de lenguaje en cualquier área.
“En la industria química, por ejemplo, IBM cuenta con un sistema de Inteligencia Artificial que es capaz de interpretar el lenguaje de la química para predecir el resultado más probable de una determinada reacción”.
Además, en la convergencia entre bits, neuronas y qubits se crearán los fundamentos tecnológicos necesarios para entrar en una nueva era de descubrimientos y acercarse a un futuro revolucionario de innovaciones, tanto para la ciencia, como para las empresas e instituciones.