Podrán constituir marcas comunitarias todos los signos que puedan ser objeto de una representación gráfica, en particular, las palabras, incluidos los nombres de personas, los dibujos, las letras, las cifras, la forma del producto o de su representación, con la condición de que todos los signos sean apropiados para distinguir los productos o servicios de una empresa de los de las otras empresas.
La marca comunitaria ofrece la ventaja de otorgar una protección unitaria en todos los países de la Unión Europea, mediante un procedimiento único de registro ante la OAMI.
La marca comunitaria confiere a su titular un derecho unitario válido en todos los Estados miembros de la Unión Europea, que se adquiere mediante un único procedimiento que simplifica las políticas de marca a escala europea.
La marca comunitaria puede ser utilizada como marca de fábrica, como marca comercial o como marca de servicio. Asimismo, puede adoptar la forma de una marca colectiva, el respeto del reglamento de uso de la marca colectiva garantiza el origen, la naturaleza o la calidad de los productos y servicios, distinguiéndolos de este modo en beneficio de los miembros de la asociación o de la entidad titular de la marca. La marca comunitaria cubre un mercado de más de 372 millones de consumidores, que disfrutan de uno de los niveles de vida más elevados del mundo. Constituye el elemento ideal para afrontar los desafíos de este mercado.
La Marca Comunitaria supone la ventaja de otorgar una protección uniforme en todos los países de la Unión Europea, mediante un procedimiento de registro único ante la Oficina de Armonización del Mercado Interior.
La marca comunitaria es, al mismo tiempo, alternativa y complementaria a las dos vías, (nacional e internacional); a cada uno de los tres tipos de marca corresponde una protección que se adapta a las necesidades especificas de cada actividad económica.
Así, la marca nacional otorga una protección limitada al mercado de un único país. La marca comunitaria goza de protección en el conjunto del mercado de la Unión Europea.
Estas vías no son excluyentes: se enlazan entre sí a través de pasarelas, que permiten a las empresas adaptar el sistema de protección de sus marcas de acuerdo con sus necesidades.